El campo, mi apuesta
Nunca miro hacia abajo,
voy con la frente bien alta
y, como mi corazón lo dicta,
tengo que apostar para ganarle a la vida.
El desafió no está en la ciudad,
en dónde el miedo me paraliza.
Mi vida está en el campo
donde libre realmente me siento.
Estoy seguro que falta poco
para cumplir ese gran sueño
de irme a vivir afuera
y disfrutar finalmente a pleno.
Allí fuerte como un roble piso
y escucho con atención al viento
que suave y casi en silencio
se duerme entre las hojas.
También puedo deleitarme
con el galope de los ruanos
y el dulce murmullo que hacen
cuando comen su alimento.
Estoy totalmente dispuesto
a hacer todo lo que esté a mi alcance
para por fin mudar mi alma
a la tierra de los caballos.